Los retos son actividades que ponen a prueba nuestra capacidad de realizar una tarea. Son muy útiles para aprender hasta dónde podemos llegar, cuánto podemos luchar o cuándo debemos abandonar, y lo positivo de ellos es que generalmente somos mucho más capaces de los que nos imaginamos. Eso nos sorprende y reconforta, sobretodo en una sociedad hiperacomodada como la que tenemos actualmente; en la que la vida diaria es tan segura, tan cómoda, tan… poco humana, que tenemos que imponernos de forma consciente desafíos para recordarnos que segimos vivos.
Otra acepción interesante de la palabra reto es desafío, afrenta, provocación o duelo. Y precisamente este significado de la palabra «reto», unido al enorme alcance de las redes sociales y sumado a la necesidad de sentimiento de pertenencia a un grupo ha hecho que se popularice esta actividad en Instagram. Una actividad en la cual una persona (generalmente acaudalada con prestigio social) propone una actividad a realizar durante un periodo de tiempo LIMITADO. Y es importantísima la limitación temporal, de otra forma la gente no responde. Es demasiada responsabilidad tomar una decisión a largo plazo.
Y hete aquí donde encontramos el punto al que quería llegar.
Retos de limpieza /smothies y la falta de responsabilidad
De entre todos los retos que se realizan diariamente en las RRSS, cada cual más macabro o absurdo que el anterior, me gustaría llamar la atención sobre un tipo en concreto. Los retos de «depuración», «limpieza», «zumos», «100 push ups a day» y similares.
La clave de la popularización de esta actividad reside en la estructura de red en que nos movemos en las plataformas sociales, mezclado con el placer de la aprobación social, y, como he dicho anteriormente, la necesidad de pertenencia a una «tribu».
Primero, estos retos nos hace sentimos parte de un colectivo. Esto mata temporalmente el sentimiento de soledad que habitualmente subyace bajo la máscara de felicidad que mostramos al mundo; somos parte de un grupo de personas que ha decidido tomar únicamente zumos de verduras durando 7 días. No somos un cualquiera. Nos hace sentir que no estamos solos en el viaje. Nuestros problemas y alegrías son compartidas por un conjunto de personas.
Segundo, estos retos nos proporcionan una excusa para compartir más contenido en las RRSS. Si estás tomando únicamente zumos de fruta durante una semana y no lo publicas es que no lo estas haciendo. Esto suele provocar una avalancha de likes y mensajes de ánimo y soporte por parte de la gente (generalmente también participantes del reto) que nos hacen sentirnos (falsamente) socialmente aceptados. Este tipo de comportamiento no hace más que acrecentar la necesidad de aprobación social y minar la autoconfianza del individuo. Este es un peligro de las RRSS sobre el que ya he hablado en otras ocasiones. No voy a extenderme más aquí, si queréis más información preguntadme,mirad en mi canal de Youtube o leed el libro «En defensa de la conversación«, de Sherry Turkle.
Tercero, la estructura de red de las RRSS hace que el alcance de un reto sea mucho mayor de lo que podemos llamar alcance directo (el número de followers del iniciador); y es que si por cada 10 followers 1 realiza el reto, y lo comparte, y sucede lo mismo con 1 de cada 10 de sus followers, el reto se popularizará rápidamente convirtiéndose en viral.
Algunos de os puntos expuestos anteriormente tienen ciertos beneficios y no deberían entenderse únicamente como una crítica al uso de las RRSS. Simplemente quiero analizar este fenómeno desde el punto de vista de la psicología, el cerebro y sus mecanismos.
Sin embargo hay un aspecto de los retos que sí creo es detrimental desde todos los puntos de vista para el individuo. Y es la limitación temporal.
Limitación temporal
La limitación temporal nos exime de la responsabilidad de tomar las riendas. Si nos hemos embarcado en un reto del estilo «cleansing» es porque pensamos que nuestro cuerpo necesita desintoxicarse. Y es cierto, seguramente necesita hacerlo. Pero no durante 7 o 30 días. Sino para siempre. Y es que si haces un reto de esta calaña, para luego seguir pasando 10 horas al día sentado mientras tu mano rechoncha hurga en una bolsa de doritos, de poco van a servir los zumitos.
Lo que hace falta, y de lo que nos libera la limitación temporal, es de responsabilidad. De tomar control de una vez por todas sobre nuestro cuerpo y nuestra salud, de decidir comer bien cada día, de entrenar cada día. Y de esforzarse por tener unos hábitos de sueño saludables cada día. Eso es lo difícil. Pero también es la única manera de llegar donde quieres llegar (y creo que sé donde quieres llegar, porque si no no estarías leyendo esto, ni te habrías interesado por los retos de este tipo en primer lugar). Tomar responsabilidad sobre tus acciones es lo que va a cambiarte como persona, y no solo a nivel fisiológico, sino a nivel psicológico. Cuando empiezas a realizar cambios serios; cuando tomas responsabilidad sobre tu cuerpo, tienes que aprender a decir que no a ciertas actividades, tienes que aprender a organizarte, tienes que construir fuerza de voluntad y tienes que aprender a realizarlo por ti. Sin fotos de #runner cada vez que vas a correr y sin #AquíCuidándome cada vez que comes brócoli. Y sustituirás eso por entrenamientos bajo la lluvia cuando hayas tenido el día más terrible de la semana.
Pero valdrá la pena.
La satisfacción de saber que puedes conseguir lo que te propones, que has decidido esforzarte por ti, que no lo has hecho por los likes, comentarios, retweets, ni followers. Eso es lo que le da sentido, la responsabilidad, el orgullo personal de saber que has sido capaz de aguantar un poco más, de esforzarte un poco más, de saberte menos «bebé rodeado de algodón» y más humano; tan fuerte, resistente y madruo como puedes llegar a ser.
Los retos y la falta de comodidad como herramienta. La necesidad del esfuerzo, la superación y el peligro.
Entonces no te animo a que dejes de retarte, ¡al contrario! Ponte trabas, hazlo difícil y esfuérzate, pero hazlo por ti. Pon toda la carne en el asador, ponte retos en los que si fallas, haya un precio, porque si no, no hay interés. No tienes más que aprender de las criaturas más espontáneas a nuestro alrededor, los niños. Si un parque es demasiado seguro pasan dos cosas: o los niños dejan de jugar, o inventan nuevas formas de utilizarlo para que vuelva a haber riesgo («Don’t bother children when they are skateboarding»JP. Vídeo sobre el peligro)
Así pues te quiero retar. Te reto a que empieces a comer bien, para siempre, a que decidas cambiar tus costumbres y te salgas del molde social. Te reto a que seas diferetente, a que te esfuerces, a que te des duchas frías, a que vayas descalzo por el parque, a entrenar en el exterior, a trepar un árbol. Te reto a que te de igual lo que digan los demás. Te reto a que no lo publiques. A que no alardees de ello. A que si te preguntan «¿Por qué lo haces?» te quedes sin palabras, porque sabes que estás obrando un cambio profundo dentro de ti que no entiendes. Pero que te gusta. Te reto también a que pienses sobre ello, a que caviles sobre nuestra sociedad, sobre la evolución, sobre los desafíos y sobre el ser humano. Te reto a que encuentres una respuesta a la pregunta «¿Por qué todo este sacrificio pudiendo quedarme en casa viendo Netflix mientras como de McDonals?». Y te reto a que mientras lo haces, sigas entrenando.
Te reto.
Artículo escrito por Pablo Bañón. Junio 2018.