Optimiza la recuperación de una rotura: ¡tus células necesitan guía!
Las roturas fibrilares son accidentes puntuales pero frecuentes en la práctica deportiva. La exposición del tejido a una carga que no es capaz de tolerar en un contexto determinado puede llevar a elongaciones excesivas que cursan con dolor y/o incapacidad. Para una recuperación óptima, estos escenarios requieren de atención y acción deliberada.
El organismo parte de dos premisas que tienen un orden de jerarquía: el primero y más relevante es la supervivencia, y el siguiente es el ahorro de energía, que obedece a la función anterior. Por lo tanto, si un tejido dañado no compromete la supervivencia y tampoco se le exige nada, este cicatrizará bajo la ley del mínimo esfuerzo, comprometiendo su función cuando haya demandas más elevadas y resultando en un rango limitado, una merma en la expresión de la fuerza y/o aparición de dolor.
Para recuperar la arquitectura más funcional del músculo, las células del tejido dañado necesitan un carga direccional y progresiva, que viene a ser una guía en la dosis mínima viable para saber cómo tienen que crecer: de forma ordenada en número, posición y tamaño a su cometido. ¿Cómo puedes impactar con una carga direccional en esas células? Aplicando fuerzas, es decir, moviéndote, exponiendo la zona dañada con progresividad y alta frecuencia a la función que quieres que vuelva a cumplir. |