Es común encontrarse con personas que dudan de si empezar una práctica deportiva porque sienten que les falta base física. Aunque estos temores pueden estar fundamentados, considero que en la mayoría de los casos no deben ser una barrera para iniciar.
Argumentos comunes para no empezar:
1. "Tengo muy poca base física; mi aprendizaje será lento o nulo"
2. "Creo que puedo lesionarme"
Sobre el primer argumento:
Es cierto que no contar con una base física adecuada puede ralentizar el aprendizaje técnico. Sin embargo, esperar a desarrollarla antes de empezar no es la mejor solución. Lo ideal es combinar la práctica del deporte con un entrenamiento complementario (como fuerza o movilidad) que construya esa base. Así, podrás progresar de manera más eficiente.
Además, al comenzar desde el principio, te beneficiarás de lo que llamo las ganancias desconocidas: esos avances inesperados que, aunque no estaban en tu lista de objetivos, pueden aportarte un enorme valor.
Sobre el segundo argumento:
La preocupación por las lesiones puede parecer razonable, pero a menudo está basada en una percepción limitada del deporte en cuestión. La realidad es que la intensidad y las progresiones de muchos deportes pueden adaptarse al nivel del practicante, incluso en disciplinas que parecen riesgosas, como el parkour, las acrobacias o las artes marciales. Más que del deporte en sí, las lesiones suelen depender del entorno, la metodología y las progresiones utilizadas.
Mi recomendación:
Si tienes interés en un deporte, ¡lánzate! Controla el entorno, aplica progresiones adecuadas y mejora tu base física de forma paralela. Este enfoque no solo te permitirá aprender de forma más segura, sino también disfrutar del proceso desde el primer día.
¡Ánimo con el viaje!
Pablo Vázquez |