Sin embargo, hoy no os quiero vender este concepto. Lo que busco es darle una vuelta a la idea para implementar el juego de manera que nos aporte lo máximo posible. El modelo con el que a menudo concebimos el juego es como actividades ligeras que ejecutamos con el objetivo de entretenernos o evadirnos de las obligaciones del día, y para lograr ese objetivo buscamos resolver una tarea mediante un proceso de exploración (jugar). Por ejemplo, con una partida a la Play Station o un partido de fútbol con los amigos un fin de semana puntual.
El marco que yo propongo para encarar el juego en tu práctica es el opuesto. En mi experiencia, es mucho más enriquecedor entender el juego como el proceso de exploración a través del cual buscamos resolver la tarea como objetivo principal y, como consecuencia, colateralmente, nos entretenemos y nos evadimos del trabajo, de la jornada, etc. Este modelo nos permite empujar nuestros límites en esa actividad, para conseguir más ganancias de la mano de todas las ventajas intrínsecas del juego. Además, en mi experiencia, este modelo hace el juego mucho más atractivo para los adultos, y es lo que yo llamo jugar seriamente o jugar fuerte. |