Para estos contaminantes no se trata únicamente de determinar la dosis límite de tolerancia, sino que se desconocen los efectos a bajas, medias o altas dosis porque se comportan diferente en cada contexto: según el momento vital de la persona, según la concentración, según el tejido, etc. Pueden no existir efectos, haberlos negativos e incluso positivos (por ejemplo, el tamoxifeno a altas dosis para el tratamiento de cáncer de mama). Cómo nos afectan, cómo regular la exposición a estos, son el gran quid de la cuestión: no tienen una dosis-respuesta previsible y están muy presentes en la cotidianidad.
A causa de los interrogantes y la ubicuidad de estas sustancias, vale la pena implementar pequeños cambios que podrían tener un potencial preventivo para la salud a un bajo coste temporal y económico. Algunos cambios que puedes incorporar:
- Lava la fruta y verdura a conciencia.
- Prioriza el pescado de tamaño pequeño.
- Migra a envases y tápers de cristal o acero inoxidable.
- Cuando jubiles la sartén, adquiere una de hierro; es más cara, pero duran mucho más.
- Lleva tu propia taza de cristal, cerámica o acero inoxidable para pedir cafés para llevar.
Para conocer más, puedes empezar escuchando la siguiente entrevista a Nicolás Olea, referente en estudios relativos a estos contaminantes desde hace dos décadas: |