A ver, que te cuente la última movida que me pasó el otro día. Para que luego digas que mi vida no es un drama.

Resulta que mi coche, un viejo zarrio que tiene más años que yo en el mundo del movement, empezó a hacer un ruido raro. Como si llevara una jaula de grillos en el motor, pero con asma. Cada vez que pisaba el acelerador, el trasto tosía, bufaba y sonaba como un dinosaurio fumador empedernido.

Y yo, que soy un inútil para la mecánica, pensé: "Felipe, este es tu momento. Los Pablos te han enseñado a 'escuchar tu cuerpo', ¿por qué no puedes escuchar a tu coche?". Grave error. Enorme.

Me metí en YouTube. "Cómo arreglar ruido de motor", busqué. Aparecieron mil vídeos. Uno decía que era la correa. Otro, que los inyectores. Otro, que el cambio de aceite. Y yo, con mi nivel de conocimiento, distinguía una llave inglesa de una cuchara sopera por el tamaño.

Pero soy Felipe, qué coño. Soy un cabezón. Y si puedo hacer un handstand de un minuto, puedo arreglar un coche. ¿No?

Pues no.

Abrí el capó. Parecía la habitación de un ingeniero loco. Cables por aquí, tubos por allá, una maraña de cosas que no entendía ni Cristo. Empecé a tocar. "Esto parece suelto", pensé, moviendo un cablecito. "Y esto otro, ¿será importante?". Con la pericia de un mono con una navaja, fui "ajustando" cosas, apretando tuercas que no sabía para qué servían y rociando WD-40 en cualquier cosa que se moviera o pareciera oxidada.

Estuve dos largas horas. Sudando como un pollo, con las manos más negras que el alma de un político y la frente llena de grasa. Mi cara era una auténtica obra de arte cubista de la porquería y el sudor.

Y cada vez que intentaba arrancar el coche para probar mi "arreglo", el ruido empeoraba. De los grillos asmáticos pasamos a una orquesta sinfónica de metales chirriantes y martillos pilones. El coche sonaba a que se estaba suicidando a cámara lenta.

Al final, exhausto y con ganas de prenderle fuego al zarrio, me rendí. Tiré la llave inglesa al suelo con un "¡A tomar viento!". Y llamé a la grúa. Me costó una pasta, claro. Y el mecánico, un tipo con más paciencia que un santo, me miró y me dijo: "Felipe, ¿qué demonios le has hecho a esto?". La "avería" original, un simple filtro del aire sucio, se había convertido en un problema serio por mis "arreglos". Había tocado lo que no debía.

Y mientras volvía a casa en el taxi, reventado y con el orgullo por los suelos, me di cuenta de una cosa. No se puede ir por la vida a lo tonto, improvisando y tocando donde no sabes. Hay cosas para las que necesitas a alguien que sepa. Alguien que no solo te diga "mira el filtro", sino que te explique por qué está sucio y qué significa eso para el resto del motor.

Y carajo, eso es exactamente lo que me flipa de los Pablos y su "secta" de Enso Movers.

Porque es muy fácil decir "haz cardio", "levanta pesas" o "estira". Pero, ¿el qué, el cómo, el cuándo y el porqué? Esa es la clave. Como yo con el coche, puedes ponerte a hacer cosas sin sentido y acabar jodiéndote más de lo que estabas. O, peor, cansarte y mandarlo todo al carajo.

Los Pablos llevan unas semanas de "vacaciones" de su podcast, dando por saco por otros lares, pero han vuelto y han soltado un nuevo episodio del copón. Y justo va de eso. De cómo integrar el cardio, de los rendimientos decrecientes, de la importancia de disfrutar y de no hacer el pardillo con el entrenamiento.

No es el típico "haz esto y punto". Es una conversación de barra de bar, pero con dos cerebritos explicando por qué las cosas funcionan de una manera u otra. Para que no vayas por la vida con tu cuerpo como yo con mi coche, tocando cables al tuntún y esperando un milagro.

Así que hazte un favor, anda. Antes de que le prendas fuego a tu entrenamiento o a tus articulaciones por hacer el idiota, échale un oído. No te digo que te conviertas en un gurú, pero al menos sabrás dónde no tienes que meter las manos.

Aquí tienes el episodio nuevo. No seas rancio.

[Aquí el podcast nuevo]

Felipe.

P.D.: El coche ya está en el taller. Y yo estoy en terapia de grupo con mi orgullo. Y te juro que he aprendido la lección. O eso creo.

Enso Movers
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