He tenido que tomar una decisión.

Una de esas decisiones que te cambian la vida. Una de esas que te tienen despierto por la noche, sudando frío, haciendo listas de pros y contras en una servilleta.

No, no es si tener hijos o si comprarme una casa. Es algo mucho más importante.

He decidido comprarme una freidora de aire.

Lo sé. Es un paso serio. Es entrar en la edad adulta de cabeza. Es admitir que "rebozado" y "crujiente" son dos de las palabras más bonitas de nuestro idioma.

Pero el camino hasta aquí ha sido un puto infierno.

Llevo semanas sumergido en el lodazal de internet. Viendo reviews en YouTube de tíos con más entusiasmo del que yo he tenido en toda mi vida, hablándome de la "circulación ciclónica del aire caliente". Leyendo comentarios en Amazon que van desde "me ha cambiado la vida, ahora levito" hasta "esta mierda me ha incendiado la cocina y se ha fugado con mi perro".

Estaba más perdido que un pulpo en un garaje.

Así que hice lo que hacemos todos cuando la sobrecarga de información nos va a provocar un aneurisma: pregunté a mis colegas.

Error.

—Tío, ni se te ocurra —me dijo el primero—. Eso es un horno de sobremesa para pijos. Donde esté una buena fritanga en aceite de girasol, que se quite todo.

—¿Una freidora de aire? —me dijo la segunda, una de estas que solo come semillas y luz solar—. Felipe, ¿te estás escuchando? Eso procesa los alimentos. Tienes que comer crudo. Como nuestros ancestros.

—La mía es la hostia —dijo el tercero—. Me hago unas alitas de pollo que te caes de culo. Eso sí, la compré en una tienda de estas raras de importación que ya no existe. Búscala, igual tienes suerte.

Salí de ese chat de WhatsApp más confundido que antes, con un lío en la cabeza que ni la trama de Tenet. Cada uno me contaba su puta película, su verdad universal.

Y entonces, en un momento de lucidez, lo entendí.

La opinión de mis colegas es una mierda.

No porque me quieran engañar. Sino porque su opinión está basada en SU vida, en SUS gustos y en SUS putas neuras. Al final, lo único que importa es la opinión de la gente que ya ha hecho exactamente lo que yo quiero hacer. Gente que estaba en mi misma puta situación y que se ha comprado el puto cacharro.

Y me di cuenta de que llevo meses haciendo lo mismo contigo.

Te estoy dando la puta chapa con el Online Coaching de los Pablos. Te cuento mis miserias, mis victorias, cómo me han cambiado la vida estos dos sádicos con un plan.

Pero, ¿por qué coño tendrías que fiarte de mí?

Soy un pringao. Un rarito. El conejillo de indias de la secta. Mi opinión está más sesgada que la de un hooligan hablando de su equipo.

Así que hoy no te voy a contar mi película. Te voy a invitar a que veas la de los demás.

Los Pablos, que son más listos que el hambre, han juntado en un mismo sitio las opiniones de un montón de raritos como yo. Gente que estaba hasta los cojones de dar palos de ciego. Gente que tenía miedo. Gente que no sabía por dónde empezar.

Gente que, un día, dio el puto paso.

No te voy a decir lo que dicen. Quiero que lo leas tú. Sin mi filtro. Sin mis gilipolleces.

[Aquí tienes las opiniones de la gente que ya está dentro]

Después de leer eso, si todavía tienes dudas, entonces este sitio no es para ti.

Pero si te sientes identificado con una sola de esas historias...

Ya sabes que las plazas para el trimestre de octubre-diciembre están abiertas. Y que todo el papeleo (la evaluación, el interrogatorio, el análisis de tus pecados...) se hace en septiembre.

Así que no me hagas ni puto caso a mí. Házselo a ellos.

[Cómprate la freidora si ya lo tienes claro]

Felipe.

P.D.: Al final me he comprado la freidora de aire. Una que recomendaban 17 personas que la usaban para hacer exactamente lo que yo quería: croquetas. A la mierda el resto.

Enso Movers
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