El otro día fui al parque a entrenar.

Llegué arrastrándome. Dormí mal. Me dolía la espalda baja por haber estado sentado demasiado tiempo. Al levantarme de la cama, mi cuerpo hizo más ruidos que una bolsa de Doritos vacía. Ya sabes, un día de esos en los que te sientes más viejo que tus propias arterias.

Y entonces lo vi.

Apoyado en una de las barras, había un señor. Y cuando digo "señor", no me refiero a un tío de 50. Este hombre tenía más arrugas que un mapa del tesoro. Calculo que rondaría los 80 años. Un puto fósil.

"Pobre hombre", pensé. "Habrá venido a ver a los nietos y se ha perdido".

Y entonces, el fósil se agarró a la barra.

Y se hizo una dominada.

Y luego otra.

Y otra.

Hizo cinco putas dominadas. Más limpias que la patena. Con una pausa arriba y una bajada controlada que ya la querría yo para mí.

Me quedé con la boca abierta. Con la misma cara de gilipollas que se te queda cuando te das cuenta de que has estado empujando una puerta que ponía "TIRAR". Mi cerebro entró en cortocircuito. Este tío tenía edad para haberle contado los chistes de Arévalo a Arévalo. Y estaba ahí, colgándose de una barra como si fuera un chaval de 20 años.

Mientras yo, con la mitad de su edad, me había pasado la mañana negociando un tratado de paz con mis lumbares.

Y ahí, en medio del parque, vi el futuro. Vi dos caminos.

El camino A era mi futuro si seguía haciendo el gilipollas: un viejo que necesita una grúa para levantarse del váter y que considera "deporte de riesgo" agacharse a por el mando de la tele.

Y luego estaba el camino B. El futuro de ese puto Highlander. Un tío que con 80 tacos es más funcional y autónomo que la mitad de la gente de 30 que conozco.

Y me di cuenta de la moraleja más importante de mi puta vida.

El objetivo del entrenamiento no es hacer el pino. No es tener abdominales. No es levantar 200 kilos. Eso son gilipolleces.

El verdadero objetivo es llegar a los 80 años y que no te tengan que limpiar el culo. Es poder jugar con tus nietos en el suelo. Es poder subir las putas bolsas de la compra sin que te dé un ictus.

Y el único pasaporte para ese futuro se llama fuerza.

La gente se flipa con Enso y piensa que esto va de movilidad. Que somos una panda de frikis que nos pasamos el día haciendo posturas raras.

Y sí, hacemos eso. Pero eso es solo una parte del mapa.

El verdadero núcleo del "onlain coaxin" de los Pablos son los putos básicos. Fuerza y movilidad. Las dos caras de la misma moneda. Te enseñan a ser fuerte en todo el rango de movimiento que tu cuerpo permite.

No importa si tienes 20 años y quieres hacer un 'muscle-up' o si tienes 60 y tu único objetivo es poder sentarte en el suelo sin que tus rodillas pongan una orden de alejamiento contra tus caderas. El principio es el mismo.

Primero, construyen un motor a prueba de bombas con los básicos. Y luego, si te apetece, te ayudan con las torturas voluntarias que tú elijas: el pino, la plancha, correr, hacer el pino-puente mientras recitas el Quijote... lo que te dé la gana.

El plan se adapta a ti. No tú al plan.

Y te cuento todo esto porque, si quieres empezar a construir ese futuro en el que no das pena, ahora es el momento.

Las plazas para el Online Coaching del trimestre de octubre-diciembre ya están abiertas. Y como ya sabes, antes de empezar la fiesta en octubre, durante septiembre te hacen la ITV para construir tu plan a medida.

Así que si quieres un pasaporte para el futuro del Highlander, y no para el de la grúa en el váter, aquí tienes la ventanilla.

[Quiero el pasaporte para mi yo futuro]

Tú decides qué viejo quieres ser.

Felipe.

P.D.: Después de su serie, el abuelo se acercó. Pensé que me iba a dar un consejo. Me preguntó si estaba bien, que me había visto la cara y parecía que me iba a dar un mareo. Casi me muero de la humillación.

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