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Mi culo estaba en llamas.
Y no, no es una metáfora de lo duro que he entrenado. Hablo de un fuego literal. Un infierno de capsaicina de siete alarmas que me tenía sudando, llorando y teniendo conversaciones muy serias con mi yo de catorce años sobre las malas decisiones que estaba a punto de tomar en mi vida.
Todo empezó hace un mes.
Un colega me llevó a un sitio de estos de comida texana, un antro oscuro que olía a madera, a cerveza y a sueños rotos. Y allí, en la carta, lo vi: el "Chili del Diablo". Debajo, una advertencia en letra pequeña: "No nos hacemos responsables de los daños físicos, psicológicos o de las amistades que se puedan romper esta noche".
Obviamente, lo pedí.
Lo que llegó a mi mesa no era comida. Era un puto artefacto biológico. Un cuenco de algo rojo oscuro, espeso, que burbujeaba como el pozo de lava de Mordor y que probablemente estaba clasificado como arma por la convención de Ginebra.
Di el primer bocado.
Silencio.
Y luego... la explosión.
Fue como si mil soles diminutos me estallaran en la lengua. Vi el nacimiento de una galaxia, el final de la última temporada de 'Juego de Tronos' (el bueno, el que me inventé yo en mi cabeza) y entendí por fin todas las letras de una canción de Rosalía.
Fue horrible. Y fue lo más glorioso que he probado en mi vida.
Salí de allí con una misión: tenía que replicar esa puta receta.
Mi primer intento fue un desastre. "Bah, ¿qué puede ser?", pensé. "Carne, tomate, frijoles y un bote de Tabasco". El resultado fue una abominación. Un caldo marrón de la tristeza que picaba, sí, pero con la misma gracia y complejidad que lamer una pila de 9 voltios.
Fue una mierda.
Pero soy un cabezón. Así que me obsesioné. Mi cocina parecía el laboratorio de un narco. Creo que los vecinos estuvieron a punto de llamar a los GEO. Me sumergí en foros oscuros con nombres como "LosHijosDeLaCapsaicina.net" donde viejos tejanos hablaban de sus recetas como si fueran la fórmula de la Coca-Cola.
Y entonces, después de semanas de investigación, lo descubrí.
El secreto del chili no estaba en la carne. No estaba en el picante del final.
El puto secreto estaba en la base.
En el sofrito. En tostar los chiles secos, hidratarlos y hacer una pasta con ellos. Un proceso lento, aburrido y que apesta toda la casa. La parte que nadie ve. La parte sin la cual, todo lo demás es una puta basura.
Armado con este conocimiento, lo volví a intentar. Y el resultado... joder. Era la Capilla Sixtina de los chilis.
Y mientras me limpiaba las lágrimas con un trozo de pan, me di cuenta.
ESTA MIERDA ES EXACTAMENTE IGUAL QUE EL PUTO SAISPLIT.
Todos vemos a Van Damme abriéndose de piernas entre dos camiones y pensamos en el resultado final. La gente se pasa la vida intentando conseguir el sidesplit a base de "estirar más", como yo echándole Tabasco a una lata de tomate.
Y nos frustramos porque no nos sale. Porque nos hacemos daño. Porque nuestra ingle nos mira con cara de "¿eres gilipollas?".
Porque nos estamos saltando la puta base. El sofrito. La pasta de chiles.
El sidesplit tiene un trabajo previo de cojones. Unos prerrequisitos. Un entendimiento de tu propia anatomía que es innegociable. Si no preparas la base, si no le enseñas a tu cadera a moverse de una forma determinada, estás condenado a hacer un "caldo marrón de la tristeza" con tus aductores.
La cosa es que los Pablos, que de esto saben un rato, ya te han hecho la puta lista de la compra. Ya han tostado los chiles por ti.
En su último podcast, te dan la receta completa del "Chili del Diablo" de la movilidad de cadera.
Te explican la puta base. Te dicen qué anatomía tienes y cómo trabajar con ELLA, no contra ella. Y te regalan sus dos ejercicios secretos, la pasta de chiles, para que tu saisplit no sea una puta mierda.
Si estás hasta los cojones de que tu apertura de piernas sepa a poco, escúchatelo.
[La receta secreta para el sidesplit de Van Damme]
Ahora, si me disculpas, tengo que ir al baño. Rezo por mi alma.
Felipe.
P.D.: He intentado explicarle a mi colega la epifanía del chili y el saisplit. Me ha mirado raro y me ha dicho que duerma más. Hay gente que nunca lo entenderá. |