En mi experiencia, hay pocos conceptos tan mal entendidos como el entrenamiento de fuerza. Todavía mucha gente lo asocia con culturistas gigantes levantando pesas descomunales, pero la realidad es que la fuerza va mucho más allá de un simple objetivo estético. Es una herramienta clave para la salud, la funcionalidad y, sobre todo, la prevención de lesiones.
Uno de los grandes mitos que he escuchado una y otra vez es que la fuerza "te hace más rígido". Y no podría estar más lejos de la realidad. Cuando trabajamos fuerza de manera adecuada, los músculos no solo ganan potencia, sino también movilidad y control. Movimientos como las sentadillas profundas o los pesos muertos, bien ejecutados, no solo te hacen más fuerte, sino que también te permiten moverte mejor y con mayor seguridad.
Otro mito igual de extendido es que la fuerza daña las articulaciones. Lo cierto es que es justo lo contrario. Las articulaciones que no están soportadas por músculos fuertes son las que más sufren. Por eso, ejercicios como las sentadillas, las zancadas o incluso el peso muerto son tan importantes: fortalecen los músculos alrededor de las articulaciones, les dan estabilidad y las protegen contra posibles lesiones.
Y aquí entra en juego algo que considero absolutamente fundamental: la movilidad. Pero no hablo de estirar por estirar, sino de movilidad activa, algo que trabajamos muchísimo en Enso Movers. No se trata solo de "ser flexible", sino de enseñar al cuerpo a moverse con control y estabilidad en todo su rango articular. Este tipo de movilidad, combinada con la fuerza, crea articulaciones más fuertes y funcionales, capaces de soportar cargas incluso en posiciones que antes parecían imposibles.
Al final, la fuerza y la movilidad no son opuestas, sino complementarias. Cuando aprendes a combinar ambas, te das cuenta de que tu cuerpo no solo es más fuerte, sino también más libre y preparado para cualquier cosa que quieras hacer. Y eso, créeme, vale la pena trabajarlo.
Álvaro Medina |