Transición al calzado minimalista
El calzado minimalista se popularizó en 2010 con el libro Nacidos para correr de Christopher McDougal en su estudio de la tribu tarahumara de las Barrancas del Cobre. Desde entonces, con sus idas y venidas en el mercado, resulta cada vez más común ver personas con calzado respetuoso con la anatomía del pie. A pesar de ello, sigo encontrando personas que confunden algunos tipos de deportiva normal con minimalista, quienes solo las rechazan por la estética (que un poco feas son, sí) o que no conocen las razones por las que puede ser interesante probarlas:
El calzado barefoot o minimalista pretende imitar la sensación y expresión biomecánica del pie descalzo. Plantéatelo así: la deportiva convencional es como llevar manoplas de cocina eternamente, incluso más protegidas y estrechas, lo que ultima en una atrofia de los músculos que dejan de usarse, en altas demandas en estructuras menos preparadas y en la pérdida de la sensibilidad y precisión, como por ejemplo a lo que es el equilibrio en tus pies, ya que unos pies con dedos apelmazados pierden parte de la base.
Es cierto que el cuerpo es especialmente resiliente y es capaz de adaptarse a todas las alteraciones mencionadas, pero es cautivadora, y potencialmente útil, la comprobación de su función para aquellas personas que sufren de fascitis continuas irresolubles, para los que quieren mejorar la dorsiflexión y el arco plantar perdido por el desuso, que sospechen de molestias corporales derivadas de alterar el centro de gravedad, que padezcan de callosidades dolorosas en la planta y dedos de los pies, o incluso que disfruten del hecho de reconocer mejor la información de la superficie de pisada.
Puedes leer más detalladamente sobre la mecánica de la pisada y patologías del corredor en este artículo: "What We Can Learn About Running from Barefoot Running: An Evolutionary Medical Perspective". Lieberman DE, 2012 |