Estaba yo el otro día en mi rincón del gimnasio, intentando hacer una de esas progresiones de flexiones que te ponen los Pablos. Ya sabes, ese momento en el que estás con una concentración que ni un monje tibetano, medio temblando, y con una cara de estreñido que asusta.

Un espectáculo, vamos.

En eso que se me acerca Andrea. La Reina del Hip Thrust. La emperatriz del press de banca. Una tía que mueve más kilos que una grúa del puerto.

Me ve ahí, sufriendo en silencio, y cuando acabo la serie, me pregunta con esa suficiencia que le da tener unos hombros como cocos:

—Buena congestión, Felipe. ¿Qué toca hoy? ¿Pecho-bíceps o espalda-tríceps?

Me la quedé mirando. Con mi mejor cara de empanao.

—Pues... hoy tocaba empuje horizontal y tirón vertical.

Andrea frunció el ceño. Se le bugueó el sistema operativo. Pude ver el humo saliendo de sus orejas mientras su cerebro, programado en "Gym-és" nativo, intentaba traducir esa historia.

—Ah... —dijo lentamente—. O sea, ¿pecho y espalda?

—No, no exactamente... —intenté explicar, sabiendo que me metía en un jardín—. Es que no lo organizo por músculos, sino por cómo se mueve el cuerpo. Por patrones.

Su cara era un poema. Era como si le estuviera explicando la física cuántica a mi abuela.

—Pero vamos a ver —insistió, ya perdiendo la paciencia—, el ejercicio que estabas haciendo es para el pecho. De toda la vida. ¿Para qué le pones un nombre raro? Es como llamar "dispositivo de comunicación inalámbrica" a un móvil.

Y joder, en parte tenía razón. Suena a flipado. Suena a que nos queremos hacer los interesantes.

Pero es que ahí está la maldita clave de todo.

Antes, yo también era de los de "lunes, pecho". Y me iba genial, o eso creía yo. Hasta que mi hombro empezó a sonar a carraca cada vez que cogía un cartón de leche del frigorífico. Estaba fuerte en un par de movimientos, pero era un inútil funcional. Un simple mueble del Ikea, muy sólido, pero que solo sirve para una cosa.

La movida de los patrones no es para hacerse el guay. Es para no meter la pata hasta el fondo.

Es entender que tu cuerpo no es un conjunto de piezas de Lego que entrenas por separado. Es un sistema, y cuando lo tratas como tal, las piezas aprenden a colaborar. Se crea sinergia. Y esa sinergia hace que todo funcione de forma más eficiente, que seas más fuerte y resistente.

Por eso, si solo te dedicas a empujar cosas de frente (press de banca, flexiones...) pero te olvidas de empujar cosas hacia arriba (press militar), no es que te dejes medio temario sin tocar, es que estás saboteando el propio sistema. Y luego vienen las lesiones y los suspensos.

La cosa es que esta rallada mental no me la he inventado yo, que apenas sé atarme los cordones sin perder el equilibrio.

Es la chapa que me han metido los Pablos en la cabeza a base de repetírmela en su "onlain coaxin".

Y resulta que los cabrones, para que la gente deje de una vez de entrenar como en los años 80, han vomitado todo este conocimiento en su último episodio del podcast.

No te voy a mentir. Es una buena hora y media de dos tíos hablando de fuerza. Una chapa considerable si lo que buscas es entretenimiento rápido.

Pero si eres de los que está hasta las narices de estancarse, de tener dolores tontos o de no entender por qué demonios no progresas, esta es la bendita chuleta para el examen.

Te explican desde cero cómo entienden ellos el entrenamiento. Por qué lo de los patrones es la clave, cuáles son los errores más tontos que cometemos en los fondos, cómo empezar a construir tus primeras dominadas y hasta se meten con movidas más chungas como las flexiones a pino.

Ahí te lo dejo. Es gratis. Y probablemente te ahorre un par de años de suspensos en el gimnasio. Tú verás.

[Aquí tienes la chuleta para entrenar con cabeza]

Yo, por mi parte, voy a seguir con mi "empuje horizontal". Y a disfrutar de la cara de confusión de Andrea. Es mi pequeña victoria del día.

Felipe.

P.D.: La mejor parte es cuando te das cuenta de que hay ejercicios de "tirón" y "empuje" que ni se te habían pasado por la cabeza. Y son justo los que te hacen aprobar con nota y no solo salvar los muebles.

P.D. 2: Ya sabes cómo va esto. Si mis movidas te aburren, ahí está la puerta de salida. Si te mola el salseo y el sufrimiento, síguelos en redes. Es como Netflix, pero con agujetas.

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