Luis Berenguer

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Recuerdo que hace 3 años quería ser un atleta como los que veía en la televisión; bailarines, luchadores y deportistas. Había algo que me llamaba mucho de todo aquello. He hecho deporte desde el colegio hasta la universidad, pero nunca obtuve los resultados que quería (los saltos, la velocidad, la coordinación, poder trepar un árbol sin miedo y mucho más). Así que cuando tenía un tiempo libre salía en busca de respuestas leyendo blogs, mirando vídeos, etc…

Es curioso, porque yo conocía a Pau y Pablo desde los principios, me bajaba al río a entrenar y algunos días me encontraba con unos frikis que hacían cosas variopintas como dominadas a una mano y pinos durante minutos.

En esos momentos me decía “Guau eso está muy chulo”, pero no llegamos a nada más. Yo tenía mi manera de hacer las cosas, mis rutinas, además ellos estaban empezando y nadie les conocía. Por si fuera poco, ese año me dirigí a la Universidad de Córdoba y no volví a oír de ellos durante años.

Una de las cosas que aprendí en Córdoba fue a hacer parkour, pero allí me dí cuenta de algo más: la gente se lesiona, las personas se frustran y creen que solo con esforzarse más pueden alcanzar lo que desean. Decidí que algo de aquello estaba mal.

Me faltaba algo, y asumí que era un proceso coherente y deliberado. Una estrategia que me diera una clara ventaja. Fue ahí cuando mi mente me trajo de nuevo a estos chicos a la mente. Era perfecto, porque ese año volvía a Elche y podría hablar con ellos en persona.

Concretar una cita fue bastante fácil, fue mandar un correo y unas semanas después hacer una entrevista por Skype en la que se habla de todo (“qué quieres, cuáles son tus objetivos, nutrición, lesiones, disposición temporal etc). Es ahí cuando empecé, y me tocó realizar varios vídeos y fotos para entender cuál era “mi nivel”.

Después de eso diseñaron “El programa”, o el mapa, (dónde estás, a dónde vas y qué tenía que hacer cada día para alcanzarlo). No es más que un excel bonito que te dice que bloques entrenar cada día. Lo pegué en una pared y lo traté con respeto.

Para mí, que no había tocado un gimnasio en mi vida, y que no estaba acostumbrado a grabarme mientras entrenaba, la primera semana fue el mayor desafío. Sobretodo porque había pasado de entrenar 1 hora y media a 2-3 horas. Tuve que organizarme bien, pero poco me importaba, estaba comprometido.

Casi al mismo tiempo me introdujeron al grupo, que no es más que un puñado de personas con la mente abierta, con las que se puede debatir sobre entrenamiento, dieta, sueño (salud en general); cada uno tiene sus trucos y se puede aprender un montón. Yo podía hacer preguntas y obtener varias respuestas útiles o aportar un poco cuando quisiera.

Cogí una velocidad imparable las primeras semanas, e hice todo lo que podía con unos ejercicios, en general, totalmente nuevos para mí. Siempre me notaba como en una montaña rusa invertida, no paraba de subir, y a la mínima que me adaptaba, el programa se adaptaba conmigo, convirtiéndose en un juego en el que nunca diría “fue fácil”.

En 4 meses pase de levantar 20 kg a hacer sentadillas con mi madre encima. Pase de un hombro lesionado a uno en el que podía confiar y mover a mi voluntad. Toqué el suelo con mis palmas por primera vez, y conseguí hacer 3 muscle ups en anillas seguidas.

Además había algo de todo aquello que me gustaba, ya no era solo yo, sino que había alguien más al otro lado esperando, ya no podía decir “hoy no voy”, o “hago solo la mitad” porque quedaría mal y le fallaría a alguien. Cada semana me llegaban pequeños tips de lo que estaba haciendo mal (“tira los hombros hacía atrás, no dobles las rodillas, mantén la espalda recta…) y cómo hacerlo mejor para ir más rápido.

Cómo todas las cosas no ha sido perfecto, después de esos 4 meses, recientemente, me surgió un trabajo que me cambió todo el horario, empecé a saltarme entrenamientos y poco a poco a perder la velocidad que había construido. Menos resultados y un poquito de frustración en estas semanas que serían un “plato” o un tiempo muerto.

Ya estoy planeando cómo volver otra vez a la carga, pero si tuviera que darte un consejo sería este: Mantente humilde, no dejes que la inercia del éxito te ciegue a creer que por ser tú vas a continuar avanzando, haz las cosas correctas cada día. Con estos chicos tú eliges cuán lejos quieres llegar.

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